Ayudado por lo que las artes me han enseñado a pensar, o cómo me han enseñado a hacerlo, creo que debemos reivindicar la re-localización del espíritu en un mundo donde hemos sometido la materia a un simulacro pueril pero esperpéntico de la sutileza del alma: que podía conocerlo y serlo todo (como nos decía Aristóteles). Ahora parece que lo hemos conseguido; parece que la red y el mundo digital nos pone todo al alcance a un golpe de clic… Pero el alma siempre es traviesa e irónica con sus logros, y ahora, vemos claro que las cosas del espíritu necesitan sus tiempos, sus lugares, sus texturas, su siempre diferente pero nunca repudiada carne. Nuccio Ordine recordaba hace poco una bonita reflexión de Saint Exupery:que el mayor lujo son las relaciones humanas, y yo añadiría, las relaciones de cuerpo entero con las cosas y lo que nos rodea.El encuentro con la palabra poética de Cristina y su visión del arte y las relaciones humanas, siempre me confirman en estos pensamientos; el encuentro de las almas nunca será virtual, sino que necesitarán atravesar y posarse en cada una de las texturas e instantes de nuestras vidas. Aquí me permito presentar este escrito aparecido en 2012, en el que reivindicaba la «relocalización del espíritu» como meditación estética, urgente habría que decir, en un mundo hipertecnificado.R. Pinilla, La relocalización del espíritu.pdf